De Gonzalo Fernández de Córdoba, «El Gran Capitán», se conocían sus años más brillantes, cuando conquistó Nápoles y dirigió campañas muy brillantes. Faltaban los últimos años, mucho más oscurecidos. En dos sentidos: por la falta de información y de fuentes documentales y también por el ostracismo que sufrió, enviado a Loja por el Rey Fernando el Católico.
El Ayuntamiento de Montilla ya tiene en su poder una serie de documentos, sobre todo cartas, que ayudarán a componer el mosaico de la vida de los últimos años del aclamado militar. Como adelantó ABC el pasado otoño, se compraron a un particular que los había ofrecido a la ciudad natal del militar y, tras autentificarlos y contrastar su calidad documental, están listos para exhibirse, primero en el Castillo, y después para que los historiadores las interpreten y extraigan información.
El director de la Casa de las Aguas de Montilla, José Antonio Cerezo, explicó que las cartas y documentos están fechadas en 1512, tres años antes de su muerte, y 1542, y que estos últimos tendrían relación con su herencia y con las propiedades y asuntos de su familia. Las piezas adquiridas por el Ayuntamiento de Montilla incluyen 136 documentos que en total suman 256 folios, y que tienen un origen muy variado, desde cartas hasta recibos.
A la espera de que los historiadores arrojen más luz, en ellas se han visto documentos de tratos con prestamistas, inventarios de joyas y garantías de préstamos. De allí se puede sacar, afirma José Antonio Cerezo, que en estos últimos años el Gran Capitán, y después su vida y su familia, estuvieron buscando liquidez. No es que fueran pobres. «Este tipo de familias tenían un gran patrimonio que generaba bastantes gastos, pero a veces les faltaba liquidez y por eso tenían que pedir préstamos o vender algunas cosas», explica.
Fruto de esta voluntad es uno de los documentos más valiosos de los que forman parte de este conjunto: el que tiene la firma del emperador Carlos V. El Gran Capitán murió antes de su llegada a España, pero a su familia llegó una carta que les eximía del pago de los gastos de la frontera para ponder vender en Portugal.
«Estas son las verdaderas cuentas del Gran Capitán, y no son una metáfora, aquí se habla de su economía y de la de su familia», afirmó José Antonio Cerezo sobre una expresión que ha pasado al lenguaje coloquial como sinónimo de una explicación somera y con pocos detalles de algo que requiere más prolijidad. Los manuscritos tienen en muchas ocasiones la firma del propio Gonzalo Fernández de Córdoba y también de su esposa, María Manrique. Y no es algo menor, porque supone que Montilla vuelve a tener la rúbrica de uno de sus hijos más ilustres, que se suma al Inca Garcilaso y a San Juan de Ávila. Ahora hay más de treinta firmas.
Fuente: ABC