En apenas diez kilómetros de la ciudad de Córdoba se encuentra el yacimiento arqueológico más grande de España y uno de los más importantes del periodo medieval. Hablamos de la ciudad palatina de Medina-Azahara, una ciudad levantada desde cero por el primer califa de Córdoba, Abderramán III, para demostrar todo el poder y el esplendor de su califato.
Os dejamos con algunas curiosidades de esta ciudad-palacio única en el mundo:
El nombre de Medina Azahara según los arqueólogos y lingüistas sería la traducción de Medina como “ciudad” y Azahara como “brillante”, según el árabe que se hablaba aquella época en la península. Con este nombre se quería magnificar todo el “brillo” de poder que irradiaba esta ciudad demostrando el poder de Abderramán III. Aunque hay otra teoría que explicaría el significado del nombre, mucho más romántica. Se dice que realmente Azahara venía del nombre de una de las amantes del califa y él por amor, decide dedicarle la ciudad a ella.
Si visitara el yacimiento, solo vería un 10% de todo el complejo arqueológico de lo extensa que fue esta ciudad. Actualmente solo se han excavado en parte las dos terrazas superiores de todo el complejo, que pertenecerían a la parte palaciega y administrativa, es decir, parte del palacio del califa junto con las residencias de los personajes más importantes de la corte califal, además de algunas dependencias administrativas que iban unidas a las residenciales. El resto del yacimiento corresponde en gran parte a la ciudad que se construyó en la terraza inferior y donde se encontraban las viviendas de los súbditos de esta ciudad palacio, aún por excavar.
Tras la muerte del segundo califa, Alhakén II, su hijo Hisham II estaba destinado a sucederle pero era menor de edad, por lo que se nombra regente a su chambelán Almanzor. Con el tiempo este adquiere tanto poder que se convierte en caudillo e incluso construye una ciudad palaciega con el nombre de Medina Al-Zahira creando una corte paralela a la del califa, que aún se encontraba en Medina Azahara. Según las fuentes esta nueva fortaleza no tenía nada que envidiar a la anterior y se encontraba en la zona este de Córdoba, pero fue tan destruida por la guerra civil que aconteció el califato (1010-1013) que no quedó prácticamente vestigio suyo. Fue tan destruida que los arqueólogos aún no han descubierto su localización.
Según los cronistas musulmanes de la época, esta ciudad palacio se construyó con una tecnología muy avanzada para la época y se cuentan historias de como sorprendían a los foráneos para que creyeran que el Califato de Córdoba era mágico. Una de esas historias se sitúa en torno a uno de los salones del complejo, en el que según las fuentes se encontraba justo en medio un estanque de agua y mercurio. Se decía que Abderramán III, para sorprender e incluso asustar a sus contertulios, tenía una serie de esclavos que removían el mercurio del estanque para que la mezcla pareciera plata liquida y les deslumbrara por el brillo.
Cuando esta ciudad se empezó a construir en el año 936 su intención era durar milenios, pues se le consideró en la época “una de las mejores construcciones realizadas por el hombre”. Aunque nunca llegarían a imaginar que su esplendor se apagaría en menos de 100 años, pues aconteció esa guerra civil que finalmente acabó con la dinastía omeya y también con Medina Azahara, que con el tiempo también fue expoliada hasta prácticamente su desaparición y su posterior descubrimiento en el siglo XIX.
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