23/06/2020

Monumentos

Córdoba a finales del siglo X era la capital del Califato de Córdoba y una de las ciudades más grandes del mundo por aquel entonces. El califa del momento era Hisham II, el hijo del célebre Alhaken II, quién había conseguido uno de los periodos más esplendorosos de Córdoba, aunque él no pudo conseguir lo mismo. Desde muy joven, al no poder gobernar debido a su edad, la regencia estuvo presidida por Almanzor (976-1002) su chambelán o primer ministro. Incluso durante su reinado, Almanzor le ató las manos para conseguir el poder absoluto, aunque sin llegar a derrocar a la dinastía omeya y su califa.

Durante su gobierno, una de las cosas que hizo para que se le recordara en la historia fue una ampliación de la mezquita, la última y más grande que se haría. A pesar de todo su poder, decidió no tirar las ampliaciones anteriores para  no socavar la legitimidad de los califas, los cuales se les consideraba sagrados. Además, Córdoba estaba recibiendo mucha inmigración del norte de África y la mezquita presentaba problemas de hacinamiento, por lo que eran muy necesarias las ampliaciones anteriores.

Por aquel entonces tras la última ampliación de Alhakem II, el muro sur de la quibla estaba cercano a la orilla del Guadalquivir y no se podía ampliar más hacia el sur, por lo que lo hizo hacia el este derrumbando parte de un barrio de vecinos. Asi pues, amplió ocho naves más copiando el estilo de su antecesor Alhaken II pero prescindiendo de lo superfluo para abaratar los costes y dar una imagen de construcción militar, sobria y utilitaria. Las columnas son de jaspe gris y sustentan el típico arco califal, pero en esta ocasión para abaratar costes, los arcos son pintados de rojo para simular la parte del ladrillo, tan característico en los otros arcos de la mezquita.

También realizó una ampliación del patio, que antiguamente también se utilizaba como oratorio para que cupieran los fieles (hasta el siglo XII con la presencia almohade no se plantarían los naranjos) y su famoso aljibe, hoy en día desaparecido. La fachada oriental se tuvo que construir desde cero y en concreto se construyen siete puertas de acceso, que simulan las puertas de Alhaken II, aunque con materiales más pobres.

Una vez finalizada la última ampliación, la mezquita se convertiría en la segunda mezquita más grande del mundo por detrás de la mezquita de La Meca (actualmente es la tercera tras la construcción de la Mezquita Azul de Estambul en el siglo XVII) y un símbolo de poder de la desaparecida época omeya, cuando unos años posteriores a la muerte de Almanzor se produjo una guerra civil o fitna (1009-1031) que acabaría para siempre con el califato y el esplendor de la Córdoba musulmana.

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