Muchos visitantes se preguntan que pueden ver durante sus paseos nocturnos por la ciudad de Córdoba. Pues bien, un monumento emblemático es el Cristo de los Faroles, construido en el año 1794 por Juan Navarro León, formando parte del grupo escultórico del Barroco español. Fue financiado por los marqueses de Hariza y por Fray Diego José de Cádiz, que formaba parte de la orden de los capuchinos. En cuanto a su localización, se encuentra situado en la Plaza de Capuchinos, de forma rectangular, una de las plazas más simbólicas. También, en ella se halla el convento de los franciscanos, el hospital de San Jacinto (para enfermos incurables), y la iglesia de Los Dolores. La escultura se encuentra presidiendo el lugar en la parte central. En un primer momento, dicha escultura fue conocida por el nombre de Cristo de los Desagravios y Misericordia. Construido con piedra, la cruz es el símbolo de Jesucristo crucificado. Junto a este, aparece una lápida en el que se reflejan las indulgencias concedidas por este. A su alrededor, hay una valla con una serie de faroles, lo que ha dado lugar a los años a que se conozca como el Cristo de los Faroles. Estos fueron sustituidos en la década de los años ochenta debido a que no se encontraban en óptimas condiciones. Actualmente, es uno de los lugares más transitados por los cordobeses. Llama la atención, que el suelo se haya conservado desde su construcción, conocido como “empedrado cordobés”, aunque es típico de las ciudades andaluzas. Y es que este tipo de suelo era el que solían poner los musulmanes cuando se encontraban dominando la Península, con el objetivo de hacer frente a las altas temperaturas durante el verano. Por ello, la población regaba el suelo, el agua se evaporaba y era más agradable estar en los patios de las casas hasta el atardecer para refugiarse del calor. Volviendo al Cristo de los Faroles, a lo largo del tiempo ha tenido una gran consideración a nivel social en Córdoba, pero fue sobre todo a partir de la década de los años cincuenta cuando adquirió un mayor reconocimiento. El motivo se debió a que en esos momentos se rodó la película de Antonio Molina, llevando como título el nombre de dicho monumento. Durante la Semana Santa, son diversas las procesiones que tienen como punto de la carrera oficial la Plaza de los Capuchinos, como por ejemplo la cofradía de la Sangre o la Virgen de los Dolores. Como en muchos lugares del casco histórico, el Cristo de los Faroles cuenta una leyenda, la cual dice que se aparecía al poco tiempo de su construcción con una capa negra un espectro a las doce de la noche. Este rezaba durante unos minutos para desaparecer después. Muchos dicen que se trataba de un hombre conocido como Carvajal, quien pertenecía a una familia acomodada de la ciudad, que desapareció en extrañas circunstancias. Existen diversas teorías sobre su desaparición, aunque hay quienes decían que fue asaltado de noche, siendo salvado por el Cristo de los Faroles, dando lugar a que todas las noches a la misma hora le diera las gracias. Ahora que las noches cordobesas no son tan calurosas, que mejor manera de disfrutar de lugares tan significativos de la ciudad. Las calles llenas están llenas de vida y de gente, junto a monumentos dedicados a personajes relevantes en la historia de Córdoba. El Cristo de los Faroles es uno de ellos, el cual por si situación intermedia respecto al centro, se presenta como una buena oportunidad para quienes no hayáis venido aun. Tras el tour de la Judería, llevado a cabo a las 19:00, podéis acercaros a la plaza donde se encuentra esta escultura y así conocéis otro lugar típico.