Baños Califales
En la época califal, los califas poseían grandes palacios con bellos jardines, baños etc. Sería durante ese periodo cuando la ciudad de Córdoba, durante el reinado califa Alhaken II, logró estar en armonía y convivencia.
Una de las características de esta época fue la majestuosidad de los elementos arquitectónicos de muchos de los edificios, como fueron los baños califales. Quizás el problema sea que el estudio de muchos de estos no se haya podido llevar a cabo ya que han desaparecido, aunque han quedado ejemplos relevantes.
Era frecuente que los autores islámicos de la época citasen el número de baños públicos que tenía la ciudad como forma de valorar su importancia. Por lo que Córdoba al ser durante un largo periodo de tiempo la ciudad más importante, además de la capital política de al- Ándalus, es lógico que tuviera un mayor número de baños que otras ciudades andalusíes. Por las fuentes se cree que debieron ser un número considerado los baños que había en la ciudad en época califal, teniendo en cuenta la población y su riqueza.
Según cuenta el cronista al-Maqqari en sus escritos, fue durante el reinado del califa Abd al-Rahman II (912-961), cuando hubo unos trescientos baños y en época de Almanzor (976-1002), serían el doble. Si seguimos con las fuentes escritas, el manuscrito de Tamagrut alude a que a finales del siglo XI había 3.701 baños, y 711 en el siglo XII. Por tanto, gracias a las fuentes y documentación recabada, en la actualidad se puede afirmar que en Córdoba hubo en época musulmana un hammam en las proximidades de cada mezquita.
Debemos tener en cuenta que existen diversos tipos de baños, por un lado están los emirales, los baños califales, los almorávides, almohades, nazaríes o incluso mudéjares, poniendo de ejemplo los edificados por el alarife Maese Mohamed para el monarca Alfonso XI, en el Alcázar Cristiano. Variarían según la época, llegando a servir de baño- cárcel, o de baño-hospital en algunos casos. Lo mismo habría sucedido con el paso de los años con los baños califales.
Por otra parte, para tener una idea del proceso que llevaban a cabo en la época a la hora de realizar el lavatorio, debemos aludir a varios términos; el "imám", la fe, y el "diu", religión. La primera sería la propia doctrina religiosa mientras que la segunda correspondería a las obligaciones de las personas, que serían cuatro; la oración, limosna, ayuno y la peregrinación o romería.
Y es que uno de los aspectos más importantes del baño era su ceremonia de purificación, donde se rezaba e iban lavando las distintas partes del cuerpo. Además, el baño también era beneficioso para la mente, al ser un lugar donde se podía charlar y descansar.
Quienes pudieran permitirse tener un baño en su hogar podría realizarlo allí, en cambio quienes no tuvieran en sus casas, que eran la mayoría, lo hacían en los baños públicos. A ellos las mujeres solo podían entrar a unas determinadas horas durante el día, y nunca por la noche. Era frecuente que fueran acompañadas por sus esclavas. En el caso de los hombres, estos podían acudir a los baños desde las diez de la noche hasta la mitad de la mañana del día siguiente.
En el caso en el que entrase un judío o cristiano en los baños, eran castigados, puesto que estos tenían un día adjudicado para entrar y no podían acudir sino era el día establecido.
Por otra parte, en lo que respecta a la iluminación, los baños estaban iluminados por lucernas que tenían forma de estrecha a ocho puntas, aunque había de otros tipos, dependiendo del baño.
Imagen de baños árabes de Córdoba
Centrándonos ya en los baños califales de Córdoba, son considerados como uno de los cinco baños árabes mejor conservados de la ciudad. En época califal, fueron ordenados construir por al-Hakam II (961-976), dentro del Alcázar Omeya, la que fuera residencia de emires califas y sede de gobernadores hasta 1236, año de la conquista de Córdoba por Fernando III.
Lo bueno que tuvieron estos baños fue que tras el reinado del califa, siguieron cumpliendo su misma función, aunque luego estuvieran sometidos a reformas que perjudicaron su forma original en época almorávide (1086-1147) y almohade (1147-1213).
Los historiadores piensan que probablemente los baños del Alcázar Califal también sirvieran como harén, pero esto no se ha podido comprobar ya que las fuentes escritas no aluden a ello. En la época en la que Fernando III conquistó Córdoba, este se quedó con las dependencias del Alcázar, el cual contaba con cuatro pabellones.
El problema fue que los baños fueron cubiertos, dejando a un lado las excavaciones. Tendríamos que esperar hasta 1961, año en el que se llevó a cabo una campaña de excavación con el propósito de encontrar restos funerarios de época califal. Los encargados de la excavación eran Félix Hernández y Rafael Castejón, quienes encontraron una gran cantidad de restos cerámicos y yeserías.
Para darlo a conocer a la gente, se propuso crear un plan de musealización para que quién quisiera conocer el lugar y la importancia que tuvo el edificio en el mundo islámico. El museo se encuentra desde Octubre del 2006 abierto al público. En la actualidad, se ha conservado parte de la decoración del baño en el Museo Arqueológico, tratándose de un arquillo ciego de yeso de tres lóbulos y arranques de otros. También aparecieron junto a él fragmentos pertenecientes a una gran inscripción cúfica, de yeso, con cintas entrelazadas de época posterior.
En cuanto a la composición y estructura de los baños califales, estaban constituidos por tres salas; la sala del agua fría, la del agua templada y la del agua caliente. Se conoce por las fuentes escritas y arqueológicas, que la última ampliación del baño fue en época almohade.
Maqueta de los baños
Por otra parte, de la estancia destinada al descanso de los bañistas no se han conservado los arcos de las cuatro puertas, los cuales eran de piedra y sostenida por columnas, con bóveda de medio cañón.
Sala de acceso al vestuario de los Baños Califales de Córdoba
Solo se han conservado dos cimacios con arranque de los arcos, in situ. Alrededor se encontraban cuatro galenas pequeñas formadas por bóvedas del mismo tipo, todas con lucernas estrelladas.
Por otra parte, en la habitación destinada al mantenimiento del calor, había una leñera donde se almacenaba el combustible y sobre el horno se colocaba una caldera de bronce en la que se calentaba el agua. Los encargados de estas labores eran los servidores del baño, quienes además debían mantener el horno siempre encendido y controlar la entrada de agua a la caldera.
Área de Recepción
En el museo se pueden ver las tres zonas plasmadas en una maqueta; por un lado se encuentra un baño califal (s. X), situado al este, además de un salón de recepciones de época taifa (s. XI), situado en el centro, y un baño almohade del siglo XII, al oeste.
Además, si vamos al museo podemos disfrutar de un video en el que se muestran los baños árabes, entre los que se encuentran los baños califales y su historia. También se explican las características de los baños públicos andalusíes, algo útil para entender de esta forma las funciones que se llevaban a cabo en estos lugares.
Señalar que los hombres y mujeres iban a los baños, pero cada uno por su lado, ya que tenían distintos horarios de visita.
Salas de los Baños Califales
Sala fría
La sala fría era donde se realizaba la purificación ritual, tanto a la entrada como a la salida del baño, mediante abluciones que se daban con agua fría. Luego el cliente pasaba por los otros baños, donde recibía todo tipo de servicios como el higiénico, masajes, baños de vapor, de inmersión, etc.
Sala templada
Era considerada como la más importante del baño, puesto que era donde los clientes pasaban la mayor parte del tiempo, recibiendo todo tipo de atenciones. Se piensa que también pudo servir como sala de reuniones, donde los usuarios pasaban la mayor parte del tiempo. Allí se llevaba a cabo todo tipo de actividades, como la higiene, labores de cosmética, charlas, etc.
Columnas de la sala templada
Sala caliente
Sería la última sala por así decirlo, donde había unas temperaturas elevadas, y debajo del suelo unas galerías subterráneas que servían de conducto del humo y el aire caliente del horno que salían por las chimeneas del lugar.
Había dos saletas flanqueaban el horno, una tenía una pila de inmersión y la otra por donde salía un chorro de agua. Y es que mediante la caldera y las celosías era por donde pasaba el vapor al interior de la sala.
Sala caliente
Así que ya sabéis queridos turistas, que mejor manera que pasear por esta ciudad tan bonita y conocer algunos puntos tan simbólicos del casco histórico mediante nuestro tour. Ahora que se acerca un periodo más caluroso en Córdoba, podéis realizar la ruta con nosotros por la mañana y visitar lugares como los baños califales.