La Mezquita como nunca te la habían contado

Monumentos

A orillas del Guadalquivir, antaño conocido como río Betis por los romanos, se erige

uno de los monumentos más especiales conocidos en el mundo: la Mezquita de Córdoba. Con
sus 23.400 metros cuadrados, este edificio ha sido testigo del devenir histórico de la ciudad
hasta nuestros días, desde su construcción en el año 786.
El solar que hoy en día ocupa fue, en su día, una basílica visigoda dedicada a San
Vicente Mártir. Sin embargo, sería Abderramán I, el primer emir de la ciudad, quien iniciase la
construcción del edificio islámico, siendo la zona de la actual Puerta de Deanes. La mezquita
está decorada de una manera especial, con unos arcos realizados en piedra caliza y ladrillo de
barro, jugando con el cromatismo del blanco y el rojo -algo similar al Acueducto de los
Milagros de Mérida-. Asimismo, el mihrab de esta mezquita no se construyó orientándose a La
Meca, como sucede en el resto de templos, sino que está mirando en otra dirección. Ello bien
pudo ser la nostalgia que tenía Abderramán por su tierra, Damasco, de donde tuvo que
exiliarse por peligrar su vida; o bien un error de los arquitectos. Sea lo que sea, actualmente
una de las curiosidades de nuestra mezquita es esa orientación.
A la construcción del oratorio de Abderramán I seguirían unas cuantas: la de
Abderramán II, entre el 833 y el 855; la de Abderramán III, quien amplió el patio y cambió de
lugar el alminar; y la de Al-Hakam II, en el siglo X, donde hoy en día se sitúa el mihrab. Sin
embargo, la más titánica de todas fue la de Almanzor, a finales del siglo X, donde se construyó
casi el mismo tamaño que todas las ampliaciones anteriores juntas. Ello, evidentemente, se
hizo con mucha mano de obra esclava y, además, la curiosidad de esta ampliación es que los
arcos se construyeron solamente con piedra caliza, pintando posteriormente de rojo los
sectores en los que irían los ladrillos de barro. Asimismo, se nota la diferenciación en el suelo:
las ampliaciones califales tienen el suelo negro, mientras que la de Almanzor es rojo sangre.
Con la llegada de los cristianos en 1236, Fernando III el Santo sacralizó el templo,
convirtiendo la mezquita en catedral. Los cristianos construyeron a lo largo de la Mezquita una
serie de capillas, siendo algunas de ella muy curiosas, como la Capilla de la Uña, donde se
encuentra la Columna del Cautivo. Esta columna está ligada a una leyenda que cuenta que una
musulmana se enamoró de un cristiano, por lo que decidió casarse con él. Para ello, necesitaba
bautizarse, pero no pudo hacerlo ya que los gobernantes de Córdoba la descubrieron y la
mataron ante tal herejía. Por su parte, el cristiano fue hecho prisionero, siendo atado a una de
las columnas de la Mezquita. Se dice que dejó una escisión en dicha columna con su uña. Lo
más curioso de todo es que, si los visitantes ven esta capilla, observarán un relieve que
representa al cautivo. Hace años existía la costumbre de acercar mecheros a la cara del
cristiano, ya que con el juego de luces, parecía que lloraba. Sin embargo, debido a esa
tradición, la cara del cautivo está ennegrecida por el humo.
Sería en el siglo XVI cuando la Catedral se construyese dentro de la Mezquita. Ello
provocó gran polémica, ya que se derribó parte de la arcada central del edificio. Ante los
apoyos y descontentos a partes iguales, el emperador Carlos I de España y V de Alemania tuvo
que interceder y, según el cronista Bernardo de Alderete, pronunció ante el inquisidor
cordobés las siguientes palabras: “Habéis destruido lo que era único en el mundo, y habéis
puesto en su lugar lo que se puede ver en todas partes”.
 
Sea como fuere, nos encontramos ante un edificio único en el mundo, templo híbrido
entre musulmán y cristiano. A pesar de que el culto islámico desapareció por completo con la
llegada de los cristianos, sí es cierto que hubo una ocasión en la que un musulmán pudo rezar
dentro del mihrab, siendo ya todo el edificio una catedral católica: fue el caso de Muhammad
Iqbal. Gran poeta de origen pakistaní, se le dio permiso en una visita que hizo a la ciudad en
1933 para que solamente él fuese el que rezase dentro del templo. Ha sido el único caso en
toda la historia desde que Córdoba es cristiana.
Hoy en día se puede visitar de lunes a sábado, de 10:00 a 18:00, y los domingos y
festivos de 8:30 a 11:00 y de 15:00 a 18:00. Tened en cuenta que este mes de diciembre la
mezquita tendrá dos días con horario especial: 14 de diciembre (10:00-14:30) y 15 de
diciembre (8:30-10:30 y 14:30-18:00).
En cuanto a los precios, las entradas cuestan 10€ en general, los niños de 10-14 años
pagan 5€, mientras que los menores de 10 años entran gratis. Asimismo, existe un horario
gratis de 8:30 a 9:30 de la mañana, excepto domingos y festivos religiosos.
Para los más valientes, también se puede subir al Campanario de 9:30 a 17:30, siendo
por grupos cada media hora. El precio es de 2€.
No olvidéis que estas entradas se compran en la taquilla situada en el Patio de los
Naranjos, y que la entrada sólo te da opción a entrar el mismo día de su compra, no otro día.
Si os ha interesado esta lectura y quieres conocer más acerca de nuestro gran
monumento, no dudéis en contactar con nosotros. Podéis uniros tanto al Tour de Casco
Histórico (Puerta de Almodóvar a las 11:00 –en castellano- y a las 13:30 –en inglés-) y al de
Leyendas de la Judería (Puerta de Almodóvar a las 17:30). No olvidéis que todos nuestros free
tours necesitan de reserva previa, que se puede hacer en https://cordobafreetour.es. No
esperéis más y ¡daos una vuelta por Córdoba junto al paraguas amarillo!
 
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