Sin duda, el hito más interesante de la Córdoba islámica, a excepción de la Gran Mezquita, fue Medina Azahara. Situada a los pies de la sierra cordobesa, esta ciudad palatina ha vivido el devenir de la ciudad, desde su papel como capital de un califato hasta su proclamación como Patrimonio de la UNESCO en 2018.
Según cuenta la leyenda, muy presente en la mentalidad cordobesa de hoy en día, este espacio fue construido por el califa Abderramán III. Se dice que este hombre tenía una amante, llamada Azahara. De esta cortesana se cuenta que era muy bella, inteligente, y, sobre todo, caprichosa. Un día, mientras entretenía al califa, Azahara quiso ver hasta qué punto el rey omeya estaba enamorado de ella, pidiéndole algo hercúleo: una ciudad en su honor. Abderramán no lo dudo ni un momento, y ordenó de inmediato el inicio de la construcción, a los pies de Sierra Morena, de una ciudad que albergaría la nueva corte cordobesa. Tras la finalización de su construcción, el centro de la vida palaciega sería este edificio, que se bautizó como Medina Azahara. Mucha gente traduce este nombre en árabe como “La ciudad de Azahara”, en honor a esa cortesana.
Sin embargo, y como suele pasar en la mayoría de los monumentos históricos, la leyenda está muy lejos de la realidad. No se tiene constancia de que Azahara existiese. Sin embargo, leyendo los escritos de distintos cronistas, se habla de una cortesana de nombre desconocido que dejó dinero al califa para pagar el rescate de unos cautivos cordobeses en tierras cristianas. Sin embargo, el rescate resultó fallido, por lo que el califa se quedó con dicho dinero.
La realidad es que Córdoba, como es lógico, no era el único califato del mundo islámico. Había otros califatos en Marruecos, Egipto, Siria… Y estos distintos califas habían erigido su propia ciudad palatina como símbolo de poder y riqueza. Sabemos, gracias a las crónicas, que Abderramán tenía un carácter bastante envidioso y vehemente, por lo que se encaprichó en construir una ciudad palatina en Córdoba, mostrando el resplandor del Califato de Al-Ándalus. Medina Azahara no significa, como dicen muchos románticos, “La ciudad de Azahara”. Significa “La ciudad brillante”, por la utilización de piedra blanca en su construcción.
El levantamiento de esta ciudad se realizó durante 35 años, durante los reinados de Abderramán III y su hijo, Al-Hakam II. La ciudad palatina se distribuye a lo largo de tres terrazas; en las dos terrazas situadas en la parte superior se localizaba el alcázar o la zona residencial regia, y en la terraza inferior se situaba la ciudad propiamente dicha. Hay que hacer alusión al impresionante Salón Rico, que se emplazaba en la terraza intermedia de la ciudad. Llama muchísimo la atención por la decoración que presenta, pero también se sabe que en la fachada del salón existía un estanque en el que flotaba una lámina de mercurio. Cuando se movía el agua, parecía que se movían también las paredes del salón y ello provocaba el miedo de las personas que allí se encontraban.
Dentro del conjunto, destacaría también los dos jardines: el Jardín Alto frente a la portada del Salón Rico, y el Jardín Bajo, junto al anterior jardín. El sector privado se situaba en la parte occidental de la parte superior. Finalmente, al lado de las zonas privadas, se situaba lo que se conoce como la Residencia de Chafar y también unas dependencias que pertenecieron, al parecer, al príncipe heredero y una zona de servicios. En esta última zona, han salido a la luz restos de hornos y de letrinas.
La ciudad palatina de Medina Azahara fue escenario de numerosas embajadas, entre las que destaca las del emperador Constantino VII durante los años 945 y 946, y también, los años 949 y 950. De igual modo, la ciudad palatina fue escenario de importantes encuentros, como por ejemplo el que tuvo lugar entre el rey de León Ordoño IV y el califa Al-Hakam II en el año 962.
El fin de Medina Azahara llegaría con la muerte del califato cordobés, tras la guerra civil o fitna de 1010. Ello conllevó la destrucción y desmantelamiento de dicha ciudad. Durante la Baja Edad Media e inicios de la Edad Moderna, se pensaba que donde estaba situada Medina Azahara era donde se situó la primera ciudad romana de Córdoba. Sin embargo, en el siglo XVII se dieron cuenta de que salían muchos restos romanos bajo la ciudad, por lo que probablemente aquellas ruinas fuesen el palacio moro de Abderramán.
Se comenzaría a excavar esta zona a principios del siglo XX, durante el reinado de Alfonso XIII, que tendrían un parón durante la Guerra Civil. Según los estudios, sólo se ha excavado el 10% de todo el yacimiento. Desde 1985, todo el complejo está gestionado por la Junta de Andalucía.
Los horarios entre septiembre y diciembre para visitar este monumento es el siguiente:
Martes-Sábado: 9:00/18:00 horas.
Domingos y festivos: 09:00/15:00 horas.
Lunes: Cerrado.
Si queréis conocer más acerca de la capital del Califato Andalusí, no dudéis en contar con nosotros para mostrároslo. Podéis uniros al Tour de Casco Histórico (Puerta de Almodóvar a las 11:00 -en castellano- y a las 13:30 -en inglés-) y al de Leyendas de la Judería (Puerta de Almodóvar a las 17:30). Recordad que todos nuestros tours se reservan a través de nuestra web. Así que, no os entretengáis, ¡y llamad a los chicos del paraguas amarillo!
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