"La virtud es algo elevado, excelso y soberano, invencible e infatigable; el placer es algo bajo, servil, deleznable y caduco, cuyo asiento y domicilio son los burdeles y las tabernas" escribía el filósofo y poeta cordobés en el siglo I d.C.
Córdoba es tierra de califas, poetas, pintores y filósofos conocidos a nivel mundial, y un nombre que no deja a nadie indiferente es el del filósofo hispanorromano Lucio Anneo Séneca, también conocido como Séneca el Joven para distinguirlo de su padre Marco Anneo Séneca o Séneca el Viejo.
Nuestro gran filósofo nace en Córdoba, o Corduba como se llamaba entonces, entre los años 4 y 1 a.C. y será educado en Roma, destacando en filosofía, poesía, pedagogía y política.
En la capital del Imperio ejercerá varios cargos entre los que destacan el de cuestor y pretor, aunque no será sencillo el camino de Séneca en la vida política.
Ostenta el cargo de senador siendo Calígula emperador, momento en el que es condenado a muerte, unos dicen que por la envidia del emperador ante la oratoria del cordobés, otros dicen que debido a la impertinencia del filósofo. Fuese cual fuese el motivo, la sentencia nunca llegó a aplicarse debido al mal estado de salud de Séneca que parecía augurar una vida corta.
Una vez muere Calígula, el emperador Claudio lo desterrará a Córcega en el año 41 d.C. A pesar de que las habladurías populares asocian este destierro a un adulterio con la hermana de Calígula, Julia Livila, no se conocen con certeza las causas de su expulsión de Roma. Ocho años después volverá a Roma, continuando su carrera en este caso como tutor del futuro emperador Nerón.
Convertido Nerón en emperador, Séneca va a retornar a la vida política. Por diversos motivos irá perdiendo el favor del emperador, hasta el punto de que en el año 65 se le acusó de estar involucrado en una conspiración contra el propio Nerón, quien le sentenciará a muerte mediante el suicidio. Esta vez la salud de Séneca no le va a librar de la condena, hecho que nuestro filósofo acató cortándose las venas.
Aunque la vida política de Séneca fue muy abrupta, su obra filosófica y poética es una de las más importantes de su época. Dentro de unos principios considerados estoicos, su línea de pensamiento se puede seguir a lo largo de todos sus escritos donde se vislumbra su preocupación por la ética y la moral aplicada a la vida diaria y no como un ejemplo de teoría abstracta. Séneca, buen conocedor de la filosofía griega, entenderá la sabiduría como el fin más elevado de la existencia y la búsqueda de la virtud como el camino hacia la felicidad, desde la base de ser parte de un todo y siguiendo las leyes de la naturaleza como ejemplo a seguir para alcanzar estas metas. En su obra se ha querido ver una conexión con los principios del cristianismo.
A pesar de que no se ha conservado su obra completa, esta se puede dividir en cuatro grandes apartados: los diálogos morales, las cartas, las tragedias y los epigramas, y podemos destacar algunas donde seguir su corriente filosófica: Medea, Fedra, Cartas a Lucilio, Las Troyanas y por supuesto la sátira que escribe contra el emperador Claudio, entre muchas otras creaciones.
En la carta que le escribe a Lucilio antes de morir reflejará perfectamente como aplica sus ideas a su propia vida, extrayendo una frase del punto y final de Séneca para acabar con este breve homenaje al filósofo que naciera en nuestra antigua Corduba: “En lo que me atañe he vivido lo bastante y me parece haber tenido todo lo que me correspondía. Ahora, espero la muerte”
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