Rincones históricos. La Posada del Potro

Monumentos

La Plaza del Potro es uno de los rincones más famosos y populares entre la ciudadanía cordobesa, zona de paso entre orillas del Guadalquivir, tabernas y espacios abiertos, llaman a estar en la calle, algo muy de nuestra tierra, Andalucía.

Este emplazamiento, también está muy reconocido por diferentes espacios que se encuentran en la misma plaza, como por ejemplo, el Museo de Julio Romero de Torres o el Museo de Bellas Artes, incluso un azulejo cervantino que analizaremos más adelante, pero empecemos por el principio…

 

¿De dónde viene el nombre de Plaza del Potro?

 

Se dice popularmente que el motivo del nombre de esta plaza, es por una fuente que decora el centro del lugar y que esta coronada por un potrillo, pero se sabe con certeza que el motivo de esa fuente fue una feria de ganado que se celebraba antiguamente en una de las zonas perimetrales en el interior de la ciudad amurallada.

En este tipo de ferias de ganado, se mostraban todo tipo de animales, destacando la Raza Pura Española, como un animal superior, caballos, potros y yeguas, captaban gran parte de la atención, especialmente con capacidad para largos viajes y preparados para la guerra.

Las caballerizas del Alcázar de Córdoba fue un lugar destinado especialmente a mantener esta Pura Raza y participando ampliamente en este tipo de ferias para poder exportar una tradición de estos lares.

Una vez comentado el asunto del nombre, la Plaza del Potro acoge un azulejo cervantino, este azulejo relata como Miguel de Cervantes Saavedra, menciona en la segunda parte de la obra Don Quijote, De Abolengo Cordobés, menciono este lugar y barrio en la mejor novela del mundo.

Por último y aunque no menos importante, El Potro, acoge la Posada del Potro, un corral cordobés, un corral de vecinos andaluz, con un encanto tremendo y con una arquitectura única en Andalucía y que ha sido fuente de inagotables leyendas.

Una de las leyendas más importantes sobre esta posada del potro es la del Caballero de Pedro I el cruel. Según cuenta esta historia, un Caballero de Pedro I el cruel salió de viaje con el objeto de entregar un mensaje en alguna localidad del centro de la península ibérica. Su partida fue del Real Alcázar de Sevilla y una de las primeras paradas que hizo para pasar noche fue en el perímetro de la ciudad de Córdoba. Eligio esta posada por estar muy cerca de la entrada y salida de la ciudad con intención de salir a la mañana siguiente lo más temprano posible para continuar su travesía.

Mientras hablaba con el posadero, se le acerco una chica indicándole del peligro que corría por alojarse en la habitación que el posadero le sugería, la más amplia, cómoda y cara de toda la posada. El caballero se recostó con su jubón puesto en un colchón de paja, no descanso, seguía recordando las palabras de aquella chica en su cabeza…

Al caer la noche, el caballero seguía despierto, a la luz de la luna, descubrió como una pequeña trampilla de madera se movía, mientras entraba el posadero del potro cuchillo en mano… Se zafo del posadero y salto por la ventana un par de metros abajo desde una entreplanta, por allí cerca seguía la chica con un potro y ambos juntos dos tomaron camino a Sevilla.

La noche siguiente regresaron a Sevilla. Pedro I el cruel se sorprendió muchísimo de ver de regreso a su caballero tan pronto de vuelta en el Alcázar… Le contó todo lo sucedido y semanas más tardes, los tres, el Caballero, la Chica y el Rey, viajaron hacia Córdoba, pararon en la posada del Potro y delante del posadero, la chica relato como una década atrás, su padre, sufrió el mismo ataque del posadero, le robo todas sus pertenencias y adopto a la chica como hija propia, pensando que esta no recordaría nada por su corta edad.

Después de descubrir decenas de cadáveres enterrados en la ribera del Guadalquivir , cerca de la posada del potro y de riquezas que un posadero del potro jamás podría haber ganado. Pedro I el cruel o el justiciero (como llamaban sus amigos) hizo justicia. Desposo a la joven con su caballero, les entrego la Posada del Potro como su negocio y futura residencia y ahorco al posadero del balcón principal de la posada del potro, para demostrar esta vez, también en Córdoba, como se las gastaba Pedro I el Cruel.

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