Por todos es conocida la importancia e influencia romana sobre Córdoba o Corduba, como se decía en aquella época. El significado etimológico de Corduba no está claro aún para los investigadores y existen diversas teorías. Es empezada a llamar así tras su fundación romana cerca de un asentamiento íbero en el siglo II a.C. por el cónsul romano Marco Claudio Marcelo. Pero no será hasta el siglo I a.C. cuando los hijos de Pompeyo concedan a la ciudad el estatus colonial y comience a ser llamada oficialmente Corduba Colonia Patricia. Pero, ¿dónde surge ese nombre? Se le ha dado un posible origen semítico debido a la influencia fenicia sobre la zona. Por lo tanto para algunos podría ser Qorteba, molino de aceite, o Qart-tuba, ciudad buena.
Pero, ¿qué nos queda de vestigios romanos en Córdoba hoy en día? Pasaremos a enumerarlos en las siguientes líneas.
Uno de los más famosos y, sobre todo, representativo de la ciudad es el puente romano de Córdoba. Construido en el siglo I a.C. fue atravesado por la Vía Augusta y ha sufrido muchas remodelaciones a lo largo de la Historia, pero en el 2008 tuvo su última reforma que intentó devolverle en la medida de lo posible su fisonomía original.
Otro símbolo identificativo de la Córdoba romana es el templo romano situado en la calle Claudio Marcelo. Este templo fue realizado en el último tercio del siglo I d.C. y estaba dedicado al culto imperial. Era de grandes dimensiones y estaba situado frente a un podio y frente a su entrada se encontraba el altar. Para este verano está prevista la realización de visitas al templo romano tras su restauración mediante pasarelas en distintas alturas. Muchos de sus restos se encuentran en el Museo Arqueológico.
Como comentábamos en el párrafo anterior, en el Museo Arqueológico se encuentran numerosos restos de época romana. Se encuentra situado en el palacio renacentista de los Páez de Castillejo. Desde principios del 2011 el museo cuenta con un nuevo espacio expositivo anexo al anterior. Gracias a esta ampliación, ahora es posible contemplar los restos del teatro romano en la planta sótano del nuevo edificio. Entre las principales obras que se encuentran en el museo destaca la escultura de Afrodita agachada, copia romana de una obra de Doidalsas de Bitinia, y que debió de formar parte de la decoración de una fuente o unas termas; la escultura de Mitra, hallada en el interior de una fuente en la Villa del Mitreo de Cabra; o los mosaicos del Cortejo Báquico y de Las Cuatro Estaciones. Si quieres visitar el Museo Arqueológico de Córdoba este es su horario: 9:00-21:00 horas, martes-domingo hasta el 30 de junio. Julio y agosto de 9:00-15:00 horas. Su precio es gratuito para miembros de la UE y para el resto 1’50 euros.
También se encuentran vestigios funerarios, dos mausoleos, en la Puerta de Gallegos, en el Paseo de la Victoria, construidos en el siglo I d.C. en la vía que unía Corduba con Hispalis y, como era común con las necrópolis, a las afueras de las murallas de la ciudad. Estos restos tienen una forma inusual en la Península Ibérica por su forma cilíndrica así que lo más probable es que fueron realizadas por itálicos. También en la Puerta de Sevilla se puede ver un monumento funerario del mismo período o la tumba del Palacio de la Merced.
En el Alcázar de los Reyes Cristianos debemos acercarnos a la Sala de los Mosaicos donde podremos observar unos extraordinarios mosaicos descubiertos en la Plaza de la Corredera, procedentes de una domus romana: Polifemo y Galatea, El Cíclope, Eros y Psique o La máscara del Océano. Si quieres visitarlo este es su horario: martes-sábado de 8:30-15:00 y domingos de 8:30-14:30 horas. Este horario es hasta el 15 de septiembre.
Otro de los restos es el anfiteatro romano. Se encontró en el 2002 bajo el actual rectorado de la Universidad de Córdoba con una capacidad de unos 30.000 espectadores. Se está planteando su exhibición a través de un parque arqueológico.
Y, para finalizar este repaso a los vestigios romanos cordobeses, nos encontramos con el Yacimiento Arqueológico de Cercadilla que fue descubierto en 1991 con motivo de las obras de construcción del AVE. El espacio visitable representa un tercio del total, ya que con motivo de las citadas obras se destruyó parte del complejo. Este palacio imperial es único, no existiendo otro edificio de las mismas características en todo el Imperio romano. Fue la sede del tetrarca imperial Maximiano Hercúleo durante su estancia en Hispania en el 296-297 d.C. El palatium estaba presidido por una gran aula basilical, sala de representación imperial, en donde se llevaban a cabo las audiencias. Inmediatamente al Norte de la misma, un pequeño conjunto termal, posiblemente reservado para el emperador y sus invitados. A ambos lados de la gran aula de representación imperial dos salas de banquetes –triclinia-, con plantas arquitectónicas completamente distintas, permitían la celebración de este tipo de acontecimientos. Otras dos aulas basilicales, de menores dimensiones que la central, servían como salas de audiencia para importantes cargos de la corte imperial o para funcionarios relacionados con la administración en Hispania. Las salas poliabsidadas situadas en los extremos del pórtico semicircular, cerraban el trazado del mismo y servían, al igual que las aulas basilicales menores, de acogida para los funcionarios de la corte. Al Oeste del aula poliabsidada Norte, se levantó un edificio de doble cabecera absidada, probablemente un ninfeo. Los apartamentos imperiales son los edificios que cierran todo el conjunto. Están situados en la zona más alejada de las salas públicas y se organizan en estancias de pequeñas dimensiones destinadas a la residencia y descanso del propietario de esta magna obra. Desde el siglo VI d.C. varios de los edificios de palacio se utilizaron como lugares de culto cristianos y necrópolis.
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