La judería de Córdoba esconde muchísimos secretos por sus calles y uno de ellos está relacionado con una de las torres más famosas de la ciudad califal, que es la Torre de la Malmuerta.
Según parece, a principios del siglo XV, un noble de buena fama en Córdoba llamado Gómez de Figueroa, se enamoró perdidamente de una señorita demasiado joven para él. Ella era Clara de Herrera. Esta señorita era conocida por su belleza de cuerpo y alma, pues era muy caritativa, y la gente más cercana a Figueroa le recomendaba que se alejara de ella pues era demasiado joven y no iba a poder cortejarla. Pero, fuera de todo plan, ella accedió y se terminó casando con él.
Como era una de las jóvenes más guapas de Córdoba y reunía todas las virtudes que un hombre querría en una esposa, Clara tenía muchos pretendientes a pesar de estar casada y muchos hombres le halagaban por la calle, encelando a su marido Gómez de Figueroa. Ella, sabedora de los celos de él y para mitigar su sufrimiento, decidió salir menos a la calle y sólo salir acompañada de su marido a ceremonias religiosas y compromisos sociales.
Una de las labores de la una mujer rica de aquella época era la caridad, pero como se había recluido prácticamente en su casa, pues no podía ayudar a los más necesitados. Así que decidió decirles que fuesen a su casa y, a través de la reja, les daría sus donativos y ayudas. Pero hasta eso volvía celoso a Gómez de Figueroa, tanto que se creía que esos mendigos eran pretendientes disfrazados que querían cortejarla y, donde había donativos, él veía roces y muestras de cariño. Se había vuelto completamente loco.
Tanta fue su locura que decidió pedir consejo a una hechicera que estaba en la judería de Córdoba. Allí se encontró con ella, por las callejuelas de la judería cordobesa, y le acompañó hasta una vivienda no muy acogedora. La bruja, tras escuchar las preocupaciones del noble, le preparó un brebaje, el cual se bebió, y entró en trance. Esto provocó que Figueroa tuviera alucinaciones y viera a su esposa acostada con un caballero joven. Él, corriendo, salió de la judería, fue a su barrio de Santa Marina, entró en su casa y apuñaló a su mujer hasta la muerte. Se ensañó tanto con ella que inundó su salón de sangre. El asesino fue prendido y ajusticiado por el mismo rey don Enrique.
Durante el juicio hubo pruebas suficientes de que el viejo noble no tuvo motivo alguno para asesinar a su mujer y el rey declaró que Clara de Herrera había sido “malmuerta” por su esposo. Gómez de Figueroa fue encerrado de por vida, sus posesiones y tierras fueron vendidas, la casa donde fue asesinada su mujer derribada y, para perpetuar la buena memoria de Clara, mandó a construir una torre en el mismo lugar donde fue asesinada por su marido.
Se cumplieron todos los designios del rey don Enrique y a esa torre finalmente se le conoció como la Torre de la Malmuerta.
Si quieres saber más sobre estas historias y leyendas de Córdoba puedes unirte a nosotros y reservar en cordobafreetour.es SÓLO CON RESERVA, a las 11:00 horas en la Puerta de Almodóvar, todos los días.
Visita Córdoba con nosotros.