Las grandes decisiones sobre laMezquita-Catedral, el Casco Histórico, los Patios de Córdoba y —si hay suerte— Medina Azahara dejarán de ser una cuestión meramente local o autonómica para trascender a las autoridades políticas. Parte de la determinación se adoptará también en París que es donde tiene la sede la Unesco y el Comité de Patrimonio Mundial que es la organización internacional —junto a su consultor oficial, Icomos— que establece quién entra y quién sale de la lista internacional.
El Consejo de Gobierno de la Junta autorizó ayer el texto del anteproyecto de la Ley de Patrimonio Histórico, una norma que reforma la norma que se redactó con Carmen Calvo como consejera de Cultura y que tenía ya no pocas grietas a remendar. En una ciudad como Córdoba, donde la actividad arqueológica es una parte más del proceso constructivo, esta norma tiene una importancia radical en el día a día de grandes monumentos pero también de barrios como el Casco Histórico, que es en su mayor parte Patrimonio de la Humanidad desde 1994.
La ley adaptará a la norma andaluza el artículo 172 de la guía operacional de la Unesco que obliga a comunicar a las autoridades transnacionales todas aquellas iniciativas que puedan suponer un impacto en las características sustanciales de un bien Patrimonio de la Humanidad. Ese artículo fue el que se invocó por Icomos España para pedir un análisis concreto de la llamada segunda puerta de la Mezquita-Catedral, obra que consiguió el visto bueno.
La ley andaluza aplicará un documento de la Unesco de 2011 que recomienda a las autoridades estatales y locales realizar Evaluaciones de Impacto Patrimonial (Heritage Impact Assessments o HIA, en su denominación en inglés) con el objetivo de unificar las metodologías con las que realizar estudios previos a la elaboración de proyectos que puedan tener una incidencia negativa en zonas catalogadas como la Mezquita-Catedral o el Casco Histórico.