La torre de las siete esquinas

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Si subimos con nuestro vehículo por la carretera de Trassierra, después de pasar el Castillo de la Albaida y las primeras urbanizaciones, comenzaremos a divisar en el horizonte una solitaria torre vigía que asoma orgullosa sobre la verde loma en la Sierra. Los cordobeses la conocen popularmente como la «Torre de las Siete Esquinas», y como puede imaginar, guarda más secretos de los que aparenta a primera vista.

Cuenta la tradición que fue levantada por los musulmanes en el año 858 para controlar desde las alturas que los seguidores de los mártires cristianos no reconstruyeran el cenobio visigodo de Peña Melaria, pero resulta mucho más fácil de aceptar que la auténtica función de esta atalaya fuera avistar con antelación cualquier acercamiento del enemigo, así como supervisar los senderos de avituallamiento a Medina Azahara a partir de 936. No en vano, formaba parte del cinturón defensivo de la ciudad junto a otras torres como la de las Palomas, la del Viejo o la del Beato, y su posición privilegiada nos permite disfrutar de unas impresionantes vistas de la vega del Guadalquivir. La sorpresa salta cuando dejamos de contemplar absortos el increíble paisaje y decidimos rodear la garita para contar sus siete lados: ¡en realidad son ocho! ¿Por qué la llaman entonces «de las siete esquinas»?

Es difícil creer que durante más de once siglos nadie se haya detenido a contar las aristas de este puesto de vigilancia. No estamos hablando de numerar las columnas de la Mezquita-Catedral, sino los muros de un edificio con una superficie inferior a nueve metros cuadrados. ¿Por qué se ha perpetuado entonces este insólito error? Probablemente, por las propiedades mágicas que siempre se han asociado al número siete. Para el cristianismo, éste simboliza la unión del mundo material con el espiritual, puesto que resulta de la suma del cuatro (que representa la Tierra) con el tres (la Trinidad, el Cielo). También ocupa un lugar destacado en las creencias islámicas (siete son los sentidos esotéricos del Corán) y hebreas (los siete brazos de la Menorá). Sé que desde nuestra perspectiva actual resulta difícil de entender, pero en ocasiones como esta, es necesario meterse en la mente de un aldeano medieval para comprender que, en aquel tiempo de superstición, lo mágico y lo sagrado formaban parte de la vida cotidiana. Por último recordaré que los edificios templarios solían caracterizarse por su estructura de planta octogonal a imitación de la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén. ¿Quizás aprovecharon los caballeros de la cruz paté las antiguas torretas musulmanas para montar sus puestos de vigía a partir de 1.236?

 

Fuente: Diario de Cordoba

 

Fuente: http://www.diariocordoba.com/noticias/zoco/torre-siete-esquinas_1175282.html

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